Estamos iniciando la mitad del año y es un buen momento para que evalúes los avances de tu lista de propósitos, ¿es más complicado de lo que creías?
Estamos iniciando la mitad del año y es un buen momento para evaluar los avances y resultados de nuestra lista de metas o propósitos de Año Nuevo. Quizá nos demos cuenta de que es más complicado de lo que creíamos, la energía comienza a agotarse y es posible que la meta ya no se vea tan atractiva como lo fue en un principio. Comenzamos a frustrarnos.
Antes de arrancar, es importante analizar si la forma en planteamos nuestras metas es efectiva y viable. Recuerda que el mejor momento para usar el mapa es antes de llegar al bosque.
“El verdadero desafío en el cumplimiento de una meta no radica en el logro de la misma, sino en la manera en que la formulamos.”
En su libro El asistente interior, Norberto Levy define a una meta como la representación mental de un estado deseado. Es como el plano de una casa antes de su construcción: algo que no se ha realizado aún en el nivel material y que representa el objeto que se desea alcanzar.
Las metas nos ayudan a enfocar y dirigir nuestras acciones del presente hacia el logro de algún objetivo o propósito futuro.
A continuación te comparto algunas distinciones que propone el autor para formular tus metas de manera efectiva:
1. Del dicho al hecho…
Al formular nuestras metas, una parte de nosotros es la que desea y programa las acciones para cumplirlas y otra parte es la que ejecuta dichas acciones. Es común que ambas partes no siempre estén de acuerdo y que el programador no se detenga a pensar en el ejecutor o no tome en cuenta sus deseos y necesidades.
La clave es que ambas partes hagan equipo y que el programador no perciba al ejecutor como un simple medio para alcanzar sus metas, sino como un socio que si trabaja en armonía con él hará que el logro de éstas sea más factible.
2. ¿La meta o el camino?
Las palabras tienen un gran peso en nuestros estados de ánimo. Es por eso que debemos de poner especial atención a la manera en que verbalizamos nuestras metas.
No es lo mismo decir “quiero ser abierta” que “quiero abrirme a nuevas relaciones”. En el primer caso el foco de mi atención recae en el destino final, las metas se convierten en un proceso de dos pasos: en dónde estoy y en dónde quiero estar.
En el segundo caso me enfoco en mi condición actual y lo percibo como el punto de partida hacia mi estado deseado. Permite la posibilidad de varios pasos intermedios que dan pie a la satisfacción de pequeños logros durante el trayecto.
3. ¿Qué es lo que no quieres?
Es posible que no siempre te sea sencillo aclarar o definir tus metas. Uno de los principales retos de formular una meta es hacerla específica y no caer en generalizaciones. Un buen comienzo puede ser preguntarte: ¿qué es lo que no quieres?
En aquello que rechazamos va implícita buena parte de nuestra meta. Por ejemplo si rechazo una parte de mi personalidad que es aburrida y apática, es posible que parte de mi meta sea divertirme más y ser más entusiasta.
4. Flexibiliza tus metas
Las metas suelen ser una gran fuente de frustraciones porque cuando las formulamos lo hacemos de manera rígida y con pocas opciones para satisfacerlas.
Por ejemplo, mis oportunidades y posibilidades de salir triunfante no serán las mismas si mi meta es conseguir una beca para estudiar una maestría en los próximos dos años, que si mi meta es conseguir una beca para estudiar mi maestría en Harvard en los próximos 6 meses.
5. El equilibro perfecto
No todo en la vida son metas y planes. También es importante lograr entrar en un estado en el que las cosas fluyen y tú junto con ellas.
Son aquellos momentos de juego y esparcimiento los que fomentan nuestra energía creativa, nos permiten disfrutar del presente y nos dan ese respiro necesario para regresar con mayor fuerza a la carrera por nuestros objetivos.
Se trata de alcanzar un balance. Aquellas personas que sólo viven para alcanzar sus metas no se dan el permiso de disfrutar el presente pues toda su atención está en lo que desean lograr en un futuro, y en el otro extremo se encuentran aquellas personas que se dejan llevar demasiado por la lo que trae cada momento de su vida y van a la deriva sin un sentido claro de lo que desean.
FUENTE: ALTONIVEL